Este proyecto nace de una inquietud personal por encontrar un puente entre mis raíces y la persona que soy ahora respetando mi tiempo y mi espacio actual, reinterpretando las formas que utilizaban como medio de expresión tribus precolombinas a lo largo del territorio colombiano. 

El camino hacia la unión de mundos, empieza en la decisión de cambiar el material, que originalmente era oro, por madera, material más natural, ecológico y renovable. Pienso que, haciendo un uso responsable y un aprovechamiento sostenible, ayuda a la conservación de los bosques, su transformación requiere un mínimo de consumo energético, sus desechos son biodegradables y es reciclable, por lo que haciendo una buena gestión del material elegido la materia es inagotable.

La decisión de llamarla Memorias perdidas salió de la historia intima familiar en Colombia, concretamente en la localidad de Leticia, enclavada en el Amazonas, en la que mi abuela perdió su hogar al desaparecer la tribu a la que pertenecía en 1920, debido a la presencia de colonos que violentamente invadieron territorios. Cabe aclarar que este trabajo lo baso en la investigación y reinterpretación de aspectos formales, queriendo traerlos al momento actual, ya que me parece importante no olvidar de dónde vengo y, saber que el resultado de Alexandra hoy es la suma de dónde estuve, de donde estoy y de todas las experiencias vividas, tanto por mis ancestros como mías, tomando la decisión consciente de no olvidar el pasado. 

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